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sábado, 10 de abril de 2010

«La lengua oral surge como un sistema de protección contra el enemigo»

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(Publicado por lne.es)

Pocos saben más de la lengua de signos, la que utiliza a diario medio millón de españoles, que el profesor Ángel Herrero, miembro del departamento de Filología Española y Lingüística de la Universidad de Alicante. Es el autor de la «Gramática didáctica de la lengua de signos» y ha creado un sistema de escritura que permite trasladar los signos al papel y ahora se propone dar un paso más: «En Alicante estamos intentando hacer de la lengua de signos una lengua de cultura y hemos traducido a signos cientos de poemas de la lírica española».



-¿La lengua de signos es equiparable a la hablada?


-Hace veinte años sólo se consideraba lengua la que utilizaba el canal oral-auditivo, la lengua de signos se trataba como un sistema alternativo, infralingüístico. Un profesor sostenía que era imposible explicar a Kant utilizando la lengua de signos. ¡Por supuesto que se puede! La lengua de signos cumple todos los requisitos de una lengua; en la lengua hablada utilizamos la voz y el oído, y en la de signos la articulación manual y la vista.


-¿Qué sucedió hace veinte años para que eso cambiara?

-Durante todo el siglo XX hubo movimientos importantes de personas sordas que reivindicaban sus derechos. En 1934 se crea la Confederación Española de Sordos y en 1960 se publica el «Estudio sintáctico de la lengua de signos americana», de William Stoke, un profesor de Literatura al que destinaron a la Universidad de Gallandet, donde observó a los sordos y comprobó que la lengua de signos tiene tres componentes: posición de la mano, lugar y movimiento, que son lo que los fonemas a las lenguas orales. Ese hecho permite trasladar la lengua de signos a la escritura, que no es más que la reproducción de los elementos de una lengua.


-¿A cuándo se remontan los estudios sobre la lengua de signos?

-Ha habido filósofos y pensadores que ya en el siglo XVII y XVIII se interesaban por el carácter lingüístico de la lengua de signos, como Descartes. Lorenzo Hervás, un jesuita del siglo XVIII, viajó a Roma para investigar en la Biblioteca Vaticana. La ventana de su cuarto daba al patio de la escuela de sordos y, mirándolos, acabó por interesarse por la lengua de signos y consiguió que le asignasen un alumno, Ignacio Cupi, un muchacho de 14 años que le enseñó la lengua de signos. En 1795 publicó un libro que aborda la educación del sordo titulado «Escuela española de sordomudos» y que yo reedité en 2008. Defiende de forma explícita que la lengua de signos es comparable al resto de lenguas, aunque él creía que no se podía escribir. Stoke demostró que no era así y yo añadí algún que otro elemento a la escritura, como la simetría.


-No hay una, hay muchas lenguas de signos.


-Hay 120 lenguas de signos en el mundo. En España están el español y el catalán, no son lenguas de signos muy distintas pero pesó mucho la presión social de los sordos catalanes.


-Y usted, ¿por qué se interesó por la signolingüística?

-Yo tengo un hermano mayor. Se quedó sordo a los 2 años. Yo signaba con él, y él conmigo -era una lengua de signos casera-. El 95 por ciento de los sordos son hijos de oyentes, así que para muy pocos la de signos es su lengua materna.


-¿Cuándo nace la lengua de signos?

-Desde que hay sordos hay comunicación por signos. El uno por mil de la población es sorda, un porcentaje que no ha variado mucho a pesar de los avances de la ciencia. En España medio millón de personas -sordos, hipoacúsicos, familiares e intérpretes- utiliza la lengua de signos. Hay bastantes pensadores, yo entre ellos, que creen que el lenguaje de signos es anterior al oral. Hay pruebas antropológicas y arqueológicas de que los primeros homo sapiens no hablaban, hacían gestos. La fonación empezó hace sesenta mil o cincuenta mil años. No somos conscientes, pero hablar como lo hacemos es un descubrimiento de la Humanidad. Yo sostengo que la lengua oral es posterior a la de signos y surgió como un sistema de protección contra el enemigo, de exclusión del otro. Los sonidos son difíciles de entender y reproducir, pero no es imposible hacerlo con la lengua visual.


-¿Los signos son símbolos?

-El símbolo no es el único tipo de signo, también están los índices y los iconos. En un diccionario de lengua de signos una persona ajena a ella podría entender un diez por ciento de las entradas.


-Academias y gramáticos velan por las lenguas orales. ¿Quién lo hace por las lenguas de signos?

-Debería hacerse. En 2007 se aprobó una ley orgánica de reconocimiento de la lengua de signos española y catalana. En esa ley, en la que yo participé, estaba previsto crear un centro nacional de normalización, uno para el español y otro para el catalán, pero existe un litigio entre las universidades y la Confederación Nacional de Sordos, la CNS. La ley reconoce el derecho a que todas las personas puedan expresarse en lengua de signos o que tengan intérpretes. Imaginemos lo que sucede cuando un sordo va a una ventanilla de la Administración o al médico... El intérprete es un elemento fundamental para la integración de los sordos.


-¿La lengua de signos evoluciona al mismo ritmo que las lenguas orales?

-Para saber si una lengua de signos ha cambiado hay que conocer cómo era antes. Podemos remontarnos hasta 1851, año en el que Francisco Fernández Vilabrille escribe su «Diccionario de Mímica y Dactilografía». Así comprobamos que la evolución es similar a la de las lenguas orales: avanza hacia el simbolismo y la simplificación.


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miércoles, 3 de marzo de 2010

El valor económico de un idioma redondo

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(Publicado por elpais.com)


Acostumbra a decir el ex presidente colombiano y académico Belisario Betancur que cuando los españoles descubrieron América y se constató que la tierra era redonda, el español comenzó a ser un idioma redondo. Y tiene razón. Aquel acontecimiento y la posterior expansión por toda la región latinoamericana supone que ahora el español lo hablen 440 millones de personas en el mundo y sea el idioma oficial de 21 países, con fuerte asentamiento además en Estados Unidos y Brasil como segundo idioma. Es la cuarta lengua con mayor peso demográfico, pero la segunda como instrumento de comunicación tras el inglés y cada vez con más solicitudes de aprendizaje.

Ésa es la realidad actual. La globalización y las corrientes migratorias que se han producido desde Latinoamérica a EE UU y España han ampliado las fronteras del español, que ahora tiene el reto de estabilizarse como segunda lengua. A ello contribuirá, "la creciente apertura de las economías latinoamericanas, la internacionalización empresarial española y la capacidad de irradiación de los patrones culturales asociados a la lengua española", según José Luis García Delgado, autor, junto a José Antonio Alonso y Juan Carlos Jiménez, de Economía del español, una introducción, que forma parte del Proyecto Fundación Telefónica sobre el español.


Pero, ¿tiene el español valor económico?, ¿cómo puede saberse?, ¿cuánto vale?, ¿vale igual una lengua que otra? Es verdad que "el idioma es el lubricante que facilita las relaciones económicas", en palabras del secretario de Estado Iberoamericano, Enrique Iglesias, o, como dicen Javier Girón y Agustín Cañadas, "es el vehículo que facilita la comunicación entre los distintos elementos del proceso productivo y en las fases de la promoción, comercialización y venta de productos". Pero no es menos verdad que la lengua tiene una naturaleza económica poliédrica que impide medir con exactitud ese valor. E, incluso, no sería realista. No se puede reflejar igual que cualquier actividad productiva o transacción comercial.


Para entender ese valor intangible de la lengua los autores proponen unos rasgos que la caracterizan como recurso económico: es un bien no apropiable, sin coste de producción, que no se agota con su uso, con coste único de acceso y con un valor que se incrementa con el número de usuarios. A partir de esas premisas y de que resulta prácticamente imposible cuantificar el valor económico de una lengua, el profesor Ángel Martín Municio se atrevió a situar el valor del español en el 15% del PIB sumando todas las actividades relacionadas con la lengua. Es decir, por encima de los 150.000 millones de euros en el caso de España. Para llegar a esa cifra, Martín Municio hizo una clasificación acomodada a los efectos contables y distinguió tres tipos de actividades: las ligadas a la lengua por la propia naturaleza de sus productos como la educación o la industria editorial; las que proporcionan insumos al grupo anterior como la actividad papelera, y la comercialización y distribución de los anteriores.


A la clasificación de Municio, el estudio de la Fundación Telefónica añade los servicios de empresas que requieren el uso del español, como consultoría, publicidad, ingeniería o distribución comercial, y las nuevas tecnologías de la información. Además de la estimación del 15% del PIB, estos autores atribuyen a la lengua española en torno al 16% de la creación de empleo y sostienen que los intercambios comerciales hacen que se multiplique entre dos y tres veces la cuota de las exportaciones españolas en los países hispanohablantes (mayor que el inglés en los países anglosajones) y por 2,5 veces la cuota de los emigrantes que proceden de países con los que se comparte idioma. De los cerca de cuatro millones de inmigrantes registrados en España, cerca del 40% provienen de países que usan el español.


Otra pregunta: ¿vale lo mismo el español que el polaco? España y Polonia tienen más o menos la misma población y de igual modo que el carbón de la Silesia polaca vale mucho más que el de Asturias por su calidad, el español en términos relativos y en razón de su condición internacional vale mucho más que el polaco. Se llega así a la conclusión de que el español es probablemente el segundo con más valor después del inglés y delante de otros como el francés o el chino mandarín. Este último punto redunda en la importancia que tiene la lengua al facilitar la integración social y laboral de las personas que lo hablan y que emigran a otros países que también lo hablan (en este caso a España) o lo tienen muy desarrollado (Estados Unidos) y en las remesas que envían a sus países. Para los países emisores, sin embargo, puede generar la fuga de cerebros, aunque ésta se produce más cuando la emigración se debe más a motivos políticos.


Pero el buen estado de salud del español no debe de hacer olvidar que tiene una serie de debilidades manifiestas como es el bajo uso en los intercambios diplomáticos, en los estudios científicos y en la Red. Una de las razones que explica ese escaso acceso a Internet es la pobreza de muchos de los países del área hispanohablante y, como consecuencia, la fuerte emigración, principalmente en el área hispana. En los últimos años ha retrocedido la proporción de páginas web en español dentro de la Red del 5,8% en 2002 al 4,6%. "Si en el área hispana se dispusiese de similar nivel de líneas telefónicas que en los países anglosajones, la presencia del castellano en Internet se incrementaría en una 170%", apunta García Delgado.


El buen producto que es el español sólo ganará posiciones en el mercado global si las economías que lo sustentan se hacen más competitivas y más sólidas las democracias de los países que forman la comunidad. Por eso, "España tiene un papel en el mundo: la defensa de la lengua castellana". ¿Qué ha hecho o hace España? Posiblemente con notable retraso, ahora florece el interés por el español. Lo demuestran hechos como el Acta Internacional de la Lengua Española, los seminarios de la Fundación Telefónica y la Secretaría General Iberoamericana y las actuaciones del Instituto Cervantes, la Fundación Carolina, o la Fundación Comillas impulsada por el Gobierno de Cantabria y estas dos instituciones para desarrollar un centro de estudios superiores del castellano.

miércoles, 3 de febrero de 2010

“Ex” y la Nueva Gramática

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(Publicado por nacion.com)
La semana pasada hablé del elemento compositivo ex (llamado años atrás ‘preposición inseparable’, aunque la norma académica dispone su escritura con un espacio de separación del nombre) y prometí exponer la última palabra de la RAE en su obra recién nacida Nueva gramática de la lengua española.

Confieso que esta partícula ex me ha traído a mal traer por años. Nunca comprendí por qué una preposición inseparable debía escribirse separada. Para mí –rígido pensador aristotélico– esto era una contradictio in terminis. ¡Bueno!, pero si la Academia dice que va separado (ex ministro, ex monárquico y no exministro, exmonárquico) pues tendrá que ser así: magister dixit...

Mi susto fue cuando en la edición 20.ª del DRAE (1984) encontré, mondos y lirondos, los vocablos excautivo y excombatiente así, con el ex bien pegadito. ¿Por qué, por Dios santo, ex ministro y ex monárquico , por un lado, y excautivo y excombatiente, por el otro?. Asimismo, la RAE escribe: “...se utiliza antepuesto a sustantivos y adjetivos de persona o cosa para indicar que lo denotado por el sustantivo o adjetivo ha dejado de ser lo que estos indican”. Es cierto que se ha escrito frecuentemente sobre la ex-Yugoslavia, la ex-Unión Soviética..., pero ¿podríamos calificar de exnegro, por ejemplo, al cabello de una dama (porque se tiñó de rubio), o hablar de un exhospital porque lo convirtieron en hotel? ¿Hasta dónde podría llegar este enigmático EX?

Bueno, y ¿qué dice la Nueva gramática? Literalmente: “El prefijo separable ex se registra en los textos unido a la palabra a la que afecta ( exministro ), seguido de un guion ( ex-ministro ) o separado por un espacio en blanco ( ex ministro )”.

Efectivamente así se encuentra en los textos, de las tres maneras, a gusto del consumidor. ¿Quiere decir esto que la Nueva gramática de la lengua española admite las tres opciones? Creo que no hay otra forma de interpretarlo. Lo curioso del caso es que la Nueva gramática , a la hora de poner ejemplos, muchos de ellos tomados de publicaciones y autores españoles e hispanoamericanos, escribe ex combatiente y ex cautivo, pese a que las en las últimas ediciones del DRAE vemos excombatiente y excautivo.

Pero lo más importante es la postura académica, en su Nueva gramática, de aceptar las tres opciones en el uso del prefijo ex: excombatiente, ex combatiente...o ex-combatiente. Usted escoge.

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lunes, 25 de enero de 2010

500 millones de razones para saber español

Publicado por Fuente en 16:51 0 comentarios

(Publicado por elpais.com)

Muchos extranjeros en Benidorm, si se les pide que digan las palabras que conocen en español, dan una misma respuesta: "fiesta", "siesta", "paella". Si esa pregunta se hace en la sala de reuniones de una multinacional o un organismo internacional, muchos podrían citar casi el diccionario entero. El español, tercera lengua más hablada en el mundo, es la segunda más usada en los negocios. El inglés es la llave de Estados Unidos, del norte de Europa... pero la llave de América Latina tiene una Ñ.

Es el idioma oficial de una veintena de países. En la actualidad, casi 500 millones de personas saben hablar español. Esto hace que sea una lengua muy atractiva a la hora de hacer negocios. Hay 500 millones de posibles clientes, y una importante parte de ellos, cada vez con mayor poder adquisitivo. Ángel Martín Municio fue el primero que en 2003 cuantificó el valor del español. Dedujo que aporta más del 15% del PIB a este país. Es decir, en 2009 más de 37.000 millones de euros llegaron gracias al idioma de Cervantes. Según una investigación de la Fundación Telefónica, usar el mismo idioma multiplica por dos o tres veces la cuota de mercado de España en las exportaciones de países hispanohablantes.


"En Internet, la presencia del español ha crecido un 680% en cuatro años. El interés por estudiarlo aumenta cada día. En buena parte, gracias al crecimiento de América Latina", explican en el Instituto Cervantes. Esta institución tiene cursos específicos de español para los negocios. "Donde más éxito tienen es en los países de la antigua Europa socialista. Por la relación que hay con España, especialmente en construcción y obra pública", comentan. También porque en estos países algunas compañías empiezan a hacer las Américas.


El español no es sólo un idioma en auge para los negocios, sino que su auge es un negocio es sí mismo. Existe un nuevo turismo demandado por extranjeros que vienen a España a estudiar español, que desde 1995 se ha incrementado a un ritmo aproximado de un 10% anual. En 2006, unos 150.000 de turistas de este tipo viajaron a España y se dejaron 255 millones de euros.


"La enseñanza de español de negocios, sin embargo, está aún un poco en pañales", asegura Antonio Rodríguez. Es el responsable de un curso de esta especialidad para docentes que acaba de poner en marcha la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. "La demanda crece. Hay que preparar a los profesores", reclama.


Elodie Vessieres, francesa de 27 años especializada en dirección turística, fue una de las visitas lingüísticas que recibió Valencia el pasado año. "Para el currículo es muy positivo tener experiencias en el extranjero, porque demuestra que eres independiente, curiosa... Y además, cuando estudias español en España no sólo aprendes palabras. Aprendes cultura y formas de relacionarte allí", justifica. Esto, para hacer negocios, ayuda tanto como el más amplio de los vocabularios. -


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miércoles, 13 de enero de 2010

Fórmulas de tratamiento, ortografía y entonación

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(Publicado por cronicadelquindio.com)


Así como suena extravagante la expresión “Yo sé que tú te vas y que usted no se vuelve a acordar de mí porque así sos vos”, también resulta inaceptable la fórmula ortográfica del personaje que al ir por lo calle comiéndose una zanahoria, al caérsele, reflexiona y exclama: “Me están pensando por S, debe ser la tal Cecilia”.

Si lo anterior se complementa con el mal llamado “dialecto” (queriendo decir entonación o tono al hablar) de tantas personas descuidadas con la forma de expresarse, entonces el problema se acentúa más aún. Respecto de las fórmulas de tratamiento, sólo existen tres: Vos, Usted y Tú, las cuales no deben mezclarse jamás, para evitar caer en terrenos prosaicos.

El “voseo”, o tratamiento de vos, que antes se utilizaba para dirigirse a determinados personajes como el presidente de la República, dignidades del Estado o altos jerarcas de la iglesia, constituyó una forma de comunicación que con el tiempo se generalizó hasta el punto de llegar a ser característica del habla callejera.


En cuanto a la fórmula de “usted”, por ser la más común y de fácil manejo, no requiere de aclaraciones adicionales. Para lo que sí se necesita adiestramiento es para “tutearse”, ya que es común escuchar un pronombre personal o un sustantivo en esta forma de tratamiento, seguido de una conjugación verbal que no le corresponde, como : “Y usted, qué opinas?”, o lo que es peor: “Y usted, qué opinás?”


Respecto de la ortografía, luego de superar la vieja época de los versos, como aquel que para enseñar el uso de la J, decía: Teje, maneje, no se empendeje, deje de joder”, ante la supresión del estudio del latín (60% del español) y del griego (30% del español), como lenguas básicas de nuestro idioma, así como la abolición del estudio de sus respectivas raíces o lexemas de los currículos escolares, la alternativa más práctica que queda es la de observar con detenimiento el estilo de quienes escriben con responsabilidad, o detallar los usos comunes y corrientes, como este aviso de tránsito, “Ceda el paso”, (conjugación del verbo ceder), o este otro en un almacén de telas: “Seda, a $ 5.000,oo el metro”, (sustantivo).

Por tanto, así como se exige utilizar solamente una forma de tratamiento, se aconseja aprender ortografía de manera visual, mientras se recomienda tener mucho cuidado con la entonación al hablar, de tal manera que se adopte un tono neutro, es decir, que no corresponda a ninguna parte: ni paisa, ni pastuso, ni costeño, ni caleño.




lunes, 4 de enero de 2010

El sostén y el participio

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(Publicado por elpais.com)

Hemos dejado atrás las amarguras y contrariedades de un año que a pocos les habrá parecido amable, pero quedan correteando algunas lacerantes viborillas que sería mejor desactivar, pero que, por desgracia, llevan el marchamo de la permanencia, porque se agarran a la estupidez, que es una condición muy humana. De un tiempo a esta parte aparecen en nuestro vocabulario palabras que han prendido en la moda usual. Antes solían ser expresiones cómicas, salaces, de malo, regular o buen gusto, que acaban en el olvido. Las personas muy mayores, mis contemporáneos, quizás recuerden que, para ridiculizar a una muchacha que tenía de sí misma un concepto diferente al de los demás, se la llamaba niña pitonga o niña gótica, que, por esos rebotes temporales, parece que hoy quiere decir el no va más de la vanguardia, la novedad y la cargante progresía. Es como rescatar el uso del jubón, las calzas y el miriñaque.

Creo más nocivas las incomprensibles libertades que se toman con el idioma español los políticos, escritores, periodistas y quienes se dirigen a un público amplio. En cuanto a mis queridos compañeros de profesión, se hace realidad la sentencia que les considera como gente que sólo lee su artículo, en el periódico, con exclusión de todo lo demás. El que quiera llamar la atención tendrá que recurrir al insulto de alto grado de virulencia, porque siempre habrá alguien que le envía el recorte.


Como si fuera un asunto personal he llamado la atención, muchas veces, hacia las incorrecciones escatológicas de decir que un asunto, unas negociaciones, una relación "hacen aguas", porque dicho en plural significa orinar. En singular, es la metáfora del barco que se hunde por algún boquete por donde entra el mar. Pues lo encontramos incluso en titulares. Otra manía recurrente es hablar del ojo del huracán, la evaporación del agua que da lugar a un espacio sin nubes y de sorprendente calma, dándole un sentido contrario al que tiene. No es extraño que algún plumífero aluda al "fusil de caza" empuñado por un delincuente furtivo, ignorando que se trata de una escopeta. Ni tiene remedio, por mucho que se insista, la ignorancia de una elemental norma que establece que dos negaciones equivalen a una afirmación: "El señor ministro asegura que no saldremos de la crisis hasta que no se reduzca el gasto". O sea, ¡a gastar, que son dos días!


La palabra mágica en nuestros días es sostenibilidad. El adjetivo sostenible es de reciente acuñación, aceptado por los nuevos académicos de la lengua, que están dispuestos a apadrinar cualquier sonido articulado, demostrando su celo al acudir a las sesiones, porque no tienen otra cosa mejor que hacer. Me consta, porque acabo de confirmarlo, que no existía oficialmente en castellano, así que no lo busquen en el Diccionario de 1984, penúltimo o antepenúltimo de los editados por la docta casa. A nadie sorprendería que en la barra de la cafetería alguien pidiera un cortado con un croissant sostenible. Es una bobada de general aceptación. Y, ya aceptado, aparte de la obviedad de que sostenible es lo que puede sostenerse, alargan la concesión al neologismo, referido a la economía, como aquello que se mantiene sin ayuda exterior ni merma de los recursos existentes. O sea, lo contrario de lo que se usa.


Presumimos de que nuestro idioma lo hablan más de 400 millones de personas, pero no es el que utilizamos, que cada día es más pobre e inexacto. Un buen amigo, harto de intentar difundir desde la cátedra el griego y el latín, se ha prejubilado en plena juventud y se dedica a preservar el idioma, consciente de que nada va a conseguir, y me envía un correo sobre las agresiones que recibe la lengua castellana. Tomo de sus esclarecedores mensajes buena parte de ellos, pues imagino que la finalidad es la difusión de la corrección en el empleo de ese instrumento con el que deberíamos entendernos, algo que no ocurre.


Restablece la norma según la cual existen los participios activos, derivados de los tiempos verbales, y ejemplariza con el participio del verbo atacar, que es atacante; de salir, saliente; de cantar, cantante; de existir, existente... etcétera. Se pregunta cuál es el participio activo del verbo, que es el ente, o sea, el que tiene entidad. Es lo que hace que cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad para ejercer la acción que expresa el verbo hay que añadirle la partícula ente.


Así, se dice presidente a la persona que preside, pero no presidenta, porque es independiente del género. Y multiplica los ejemplos que tomo literalmente: se dice capilla ardiente, no ardienta; paciente, no pacienta; dirigente, no dirigenta. Acusa, a lo que me sumo, no sólo del mal uso del lenguaje, sino de ignorancia de la gramática española a muchos políticos y periodistas, algo que debería descalificar tajantemente a quienes muestran esa ignorancia. Es como si un farmacéutico no supiera distinguir entre paracetamol y las compresas higiénicas. Ya lo sabe, entre otros, doña Esperanza Aguirre, que no es presidenta, sino presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid. En otros órdenes, sí estaba admitida la doble significación de algunas profesiones o estados: médica, esposa del médico o mujer que ejerce la medicina; abogada, etcétera.


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